Viernes, Enero 2, 2015
Para expresar mi potencial dado por Dios, abordo la vida como un niño o un atleta. Un niño logra nuevas habilidades mediante la repetición. Un atleta fortalece sus músculos a través del entrenamiento consistente. Similarmente, al mantener mi práctica espiritual, fortalezco mi conciencia y descubro mis habilidades innatas.
Tengo la energía y la perseverancia para hacer lo que he de hacer. Cuando exploro mis habilidades, cultivo mi confianza. Al orar, me alineo con mi naturaleza divina. Escucho y confío. Visualizo que tengo todo el valor que necesito para asumir nuevas responsabilidades. Confío en mis talentos y habilidades. Con una intención clara y fe en el Cristo morador, logro mi pleno potencial.