Viernes, Diciembre 19, 2014
Mi mente tiene un poder extraordinario. Gracias a ella, formulo pensamientos y percepciones que dan forma a mis experiencias cotidianas. Sin embargo, a veces puedo pasar más tiempo pensando en vez de simplemente ser.
Jesús nos enseñó la importancia de apartarnos un rato para vincularnos con Dios. Respiro y simplemente “soy”. Ceso toda actividad mental y física. Dejo ir el apuro, la duda y la tensión. Al soltar las preocupaciones del día, descanso y permito que Dios llene mi corazón, mi mente y mi alma. Al dejar ir, pongo toda mi atención en mi corazón. Pienso menos y siento más. Descanso, respiro profundamente y soy renovado.