Lunes, Junio 26, 2017
Cuando sumerjo la mano en el océano, cada gota que se desprende de la punta de mis dedos al salcarla es parte del océano, y éste es parte de ella. Y, sin embargo, la gota es completa por sí misma.
Soy como la gota del agua del océano. Yo soy parte de Dios y Dios es parte de mí, y lo mismo es cierto para cada ser viviente en el planeta. También formamos parte del todo que es la humanidad, y ella es parte de nosotros. Estamos vinculados los unos con los otros, unidos en un mismo espíritu, uno en conciencia.
Un pensamiento positivo, un acto de bondad, contribuye al bien de todas las personas, de manera que elijo honrar mi conección divina haciendo todo lo que esté a mi alcance para ser una bendición.