Curación
CADA CÉLULA DE MI CUERPO RESPLANDECE CON LA LUZ Y LA VIDA DE DIOS.
Creo en el poder sanador de Dios. Afirmo esta verdad diariamente por medio de mis pensamientos, palabras y acciones. Mi fe en Dios permite que Su energía de vida se mueva en mí y por medio de mí. Yo soy restaurado a la salud perfecta.
Si estoy experimentando una enfermedad, continúo afirmando que yo soy uno con Dios. Mi espíritu siempre es perfecto. Utilizo la oración afirmativa, la meditación y el Silencio para recobrar el balance de mi cuerpo. Enfoco mi mente en el poder sanador de Dios siempre presente, y visualizo que cada célula de mi cuerpo vibra con luz y vida. Confío en la vida de Dios en mí. Hablo y actúo de maneras que demuestran mi fe, y estoy dispuesto y receptivo a disfrutar de plena salud.
Mi Señor y Dios, te pedí ayuda, y tú me sanaste. —Salmo 30:2